A continuación se inserta un fragmento de la novela de Medina Hernández en la que narra acerca del examen de admisión que realizamos en 1967 para poder ingresar al Instituto Tecnológico de Aguascalientes.
En las canchas de la Secundaria Técnica 70 se arremolinaban unos quinientos estudiantes. Allí sería aplicado el examen. A la hora señalada, corrió la orden de pasar a los salones. Siendo yo ajeno al asunto, lo indicado era permanecer así, ajeno, sentado, observando desde una banca, en la cancha frente a las aulas. ¡Qué lindo es ver llover y no mojarse! Aquél panorama, gente pasando apuros frente a un examen vital, era algo novedoso para mí. Imaginaba que vería las canchas cubrirse de sombras contemplando el mismo cuadro, pero no fue así. Sólo unos minutos después, se acerca un señor bajito, moreno, con una cara de ferrocarrilero que no podía negar y me dice:
- Y usted, ¿qué hace ahí? ¿Por qué no está presentando el examen?
- Yo sólo vengo acompañando a un primo –le contesto meciéndome tranquilo-, no vine a presentar el examen. Es más, ni lápiz traigo. - Bueno, mejor haga el examen, así se le pasa más rápido el tiempo. Tenga, aquí está un lápiz. Véngase a un salón.
Este espacio está dedicado a recoger la memoria colectiva de los miles de alumnos que han transitado por las aulas del Intituto Tecnológico de Aguascalientes desde el lejano 1967 hasta nuestros días. Envíanos tus comentarios y sugerencias a la siguiente dirección. shromopicazo@gmail.com
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